Estrené este 2018 visitando París (¡por fín!). La verdad, no estaba tan preocupado por conocerlo todo a la rápida, sabía que en 4 días tampoco me daría tiempo, así que me propuse recorrer a pie, descubrir y pasear.
Pero claro, inevitablemente uno acaba topándose con la Torre Eiffel, ese esquelético monumento tan visitado, filmado y fotografiado, que uno casi ni se atreve a tomar una foto, porque todos sus ángulos y perspectivas son buenos, pero también están ya más que vistos. Igual no me resistí y le robé un par de tomas, para el recuerdo:
Quise pasearme por debajo para llegar a los Campos de Marte, pero están haciendo unas obras, parece que para mejorar la fluidez de paso de los turistas que suben, bajan y pasan por la Torre, así que tuve que rodearla y callejear.
Y así, en una de estas cosas maravillosas que suceden cuando uno se pierde por una ciudad, me topé con dos edificios Art Noveau que son verdaderos tesoros arquitectónicos. La verdad, me declaro un enamorado (casi fanático) del Art Noveau y en ciudades como París hay mucho donde ver, empezando por el legado de Eugène Gimard, y sus emblemáticas estaciones de metro, que lo elevaron a convertirse en el gran referente galo del estilo.
Los edificios en cuestión resultaron ser parte de la obra de uno de los arquitectos franceses que más ganas tenía de encontrarme frente a frente: el genio Jules Lavirotte.
Lo que Lavirotte consiguió con maestría, ayudado por el ceramista Alexandre Bigot, fue desarrollar una exquisita técnica de recubrimiento con gres cerámico. Tan innovador fue su aporte, que en tres ocasiones ganó el premio a la mejor fachada de París, entre los años 1901 y 1905, lo que lo catapultó a la fama.
Edificio de la Plaza Rapp, 3
Entre 1899 y 1900 diseñó éste, un edificio de transición entre Rococó y el Art Noveau, que fusiona toda la riqueza de técnica y la ejecución de ambos estilos arquitectónicos.
Edificio de la avenida Rapp, 29
Construido en 1901, y apoyado en Bigot para los trabajos cerámicos, ésta es, sin duda, su obra maestra. Un tremendo exponente del Art Noveau parisino, de composición asimétrica, cargado de detallitos sexualones, sutiles y evidentes, que convierten esta fachada en una delicia para los ojos (por lo menos, para los míos).
No me queda más que invitaros a pasar por ahí. Si van a París, como seguro se irán a hacer un selfie con la torre Eiffel, pasen a visitarlos. Están a 2 manzanas y el paseo es un misterio maravilloso.